miércoles, 25 de julio de 2018

Querido Extraño:
Yo no sé quien eres, sólo sé que vives en Maracena, un pueblo de Granada. No sé si eres hombre, o mujer. Igual eres un adolescente, “amante de los animales” a quién unos padres inmisericordes no le enseñaron lo que era responsabilidad.
Quizás una madre o un padre que ha consentido demasiado a sus hijos e imaginó que compraba un juguete, y una vez dejó de serle útil, lo dejó donde ya no pudiera molestar.
Querido Extraño, yo la quería ¿sabes? La miraba jugar distraída, y me hacía sonreír. Sólo conocía lo peor del ser humano y aun así confiaba en mí. Me hacía sentir más jodidamente especial que cualquier persona que haya conocido.
Y tú, tú la condenaste a la soledad, abandonaste a un bebé que apenas se sostenía, la dejaste allí como uno más de los deshechos que cada día consumes. Me has hecho añicos el corazón.
Eres el terrible monstruo del desencanto.
Ella no te odiaba, porque era un ángel y los ángeles no se ocupan de asuntos mundanos.
Pero yo sí que te odio.
Y ojalá sientas mi rencor clavado en el pecho como yo voy a sentir su ausencia.
Lo que no sabes es que dejándola atrás lo has perdido todo, te has perdido conocer a alguien especial que llenaría tu triste universo de más amor del que puedas imaginar.
No sabes lo bello que hubiera sido verla crecer y conocer sus ganas de vivir, reírte de sus enormes orejas y sus traspiés , de sus ganas de comerse el mundo y de llenar el tuyo de alegría. No la has visto saltar como yo la ví, no verás sus ojos de ébano buscándote cuando piensa que te marchas, ni brincar de alegría cuando te vea volver.
Y te deseo un infierno de pena, la tristeza de una habitación vacía.
No te mereces ni un sólo segundo de los que has pasado con ella.

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