sábado, 1 de diciembre de 2012

"Lo siento, corazón. He de hacerlo.
Tengo que lavar los trapos sucios antes de darme una ducha en tu boca"

Saco la pistola de mi bolsillo y disparo a quemarropa, mientras  me consumen a la par la sed de venganza y las ansias del perdón, saberme el dios de mi mundo desajustado con seis balas en la punta de una  lengua de acero.
Reberbena en mis oidos la primera bala, directa al pecho de aquel enemigo que alguna vez se atrevió a juzgarme, tanchandome de poco despiadada, de cobarde, se me acusó de vulnerabilidad y necesidad, pero ahora...
...Tendrá que tragarse sus mentiras y escupir la bilis que un día corrió por mis venas envueltas en humo y en miedo.
Doy en el blanco. Y camino sin prisa y sin pausa al siguiente acusado, guardo el cloformo pensando que ninguno de ellos necesita dormir, es más, me aventuraría a decir que es de extrema necesidad el encontrarse bien despierto, ajustar la reflexión a la paciencia, sintiendonos ambos en sincronía con los sonidos de alrederor.
Todas mis víctimas tuvieron la extravagancia, la prepotencia de  jactarse como  verdugos de un dios en el nadie, nunca, creyó. Así, cuento hasta seis, incluso siete, y uno tras otro van cayendo, y yo los siento pequeños en medio del regero de sangre que dejan sus cuerpos tras de sí. Un amasijo de almas poco equilibradas, marcadas con al atanería propia de quien se siente especial. Mis botas dejan huellas de tierra en su espalda y sonrío con la certeza de un trabajo bien hecho. Limpio la pistola y dejo que el tiempo se ocupe de mis cuerpos sin vida y sin amor, muertos en mi letanía de huidas y aburrimiento.

Me vuelvo a la cama contigo y dejo que me desarmes con prisas. En mi desvelo me desnudo con tus manos sobre mi piel, y me convierto, casi enferma de locura en una niña que gime mientras muerde la almohada resistiendo tu embestida, ahogando un grito de placer respondo con los ojos a tu mirada desafiante, Y sin embargo acepto el desafío que significa abrir la puerta, y dejarte marchar y para que cuando quieras entres por la ventana y me hagas gemir una vez más rompiendo mis inseguridades con un abrazo. Salgamos al mundo en una excursión eterna de incertudumbre, de idas y venidas prendida de tu mano férrea, embaucada por tus ojos delirantes.
Saco las uñas y no quiero escribir nada que tenga que ver contigo, hablo de muertes y de vengazas,  de un odio indescriptible por ese millón de víctimas que  me dulcificaron y no supieron mirar más allá de la sonrisa eterna y congelada en mi rostro de mentira.
 Eso no soy yo.
 Tengo que ser algo más que edulcorante caduco, y si lo sé es porque cuando me desnudo ante tí soy tan fuerte como vulnerable,  aprendiendo a ignorar  el miedo que me consume cada noche si no me siento anclada a tu pecho.

martes, 27 de noviembre de 2012

Y sonrío.
Sí, como una puta revolución, gritando palabras guerreras de tu boca en tanto que construyo mi propio mayo del 68.
Porque esta no es  la primera, ni  será la última de las noches que paso en vela vomitando palabras mientras me dejo envolver en el olor de tu piel y en ese no-recuerdo comienza el fin del tránsito del ciclo que me condujo hasta tí.
Y sí, lucharé en nuestra guerra mientras me arda en los lábios la miel de mi revolución.

viernes, 9 de noviembre de 2012

La lune




On n'espère pas, on oublie

Que la lune reflétait par terre

Comme une étoile de mer.

Et je marche dans les rues

Sans savoir, sans savoir vraiment

Ni comment, ni pourquoi,

J'en suis arrivé là.

Et la lune, refléctait par terre,

oui, comme une,

comme une étoile de mer.



sábado, 20 de octubre de 2012

¡Salta!

La noche en que mis dedos se convirtieron en el cancerbero de tus recuerdos escritos entre las tapas de una carpeta maleducadamente amarilla, supe, que sin venir mucho a cuento, empezabas a formar parte de mí y yo, comencé a pensarme arrojándome al mundo contigo.
Me dejé embaucar por la curiosidad, e ilusa, te desnudé despacio  imponiéndole a mis ojos la condición de inexpertos para no atreverme si quiera a diseccionar, a manchar aquellas metáforas que forjaron el nexo entre  tú y tu mundo de carpetas amarillas.

Según leía y diferenciaba llegó, en el segundo exacto, la responsabilidad.
La certitud de conocer sentimientos,  de leer entre líneas, y de jugar a  adivinar aquello que tus ojos ocultan me hizo responsable del arma de doble filo que descansaba en mis manos. Tu transparencia  y tu  impaciencia, imagino que entonces desentendida, se impregnaba en cada gota de tinta en el papel. Pude oler tus miedos  mientras escribías sobre el peso de lo efímero del instante, y ver como pretendías agarrar la realidad mientras se te escapaba el amor como granos de arena entre los dedos. Y no quise ser partícipe de esa búsqueda tan loca entre los parques y los te quieros tras las esquinas.

Conmocionada, tu búsqueda se hizo mía, y la Ira se me coló con la piel de gallina que anidaba en mi espalda. El baile de nombres entre tus textos oprimía mi garganta hasta hacerla enloquecer, hasta sentirme una más de tus muñecas descosidas en la ambigüedad de tu esencia frente a tu existencia  de dicotomías, escondidas bajo los anhelos de ese pecho, con el que voy soñando un poco más a cada noche que pasa.
Desear que la ausencia me haga especial, comportarme como una cobarde, esconderme  bajo la cama y huir hasta perderme en el laberinto de tu buena memoria queriendo que nunca escribas para mí,  y para que mi nombre no se mencione en el contigo de tu ayer quiero transformarme  en  tu secreto más cobarde, tu bandera,  tu cuerda floja, y  tu realidad en  la eternidad del presente, construyéndolo cada día como el último, como el único, un pasaporte  a sublimación del hoy,  despacio, con la perenne seguridad de lo inmediato a cada nuevo instante.
Enfadada por que mi literatura se desgasta mientras escribo dejando a  un lado la seguridad de hablar en abstracto,  me desnudo en primera persona  y  tratando, como tú, de retener el momento en el que vivimos, a pesar del aburrimiento y de las rutinas con las que me quiero emborrachar a tu lado.

Pero te veo crecer entre letras, me aferro a mi armadura despegada, y me quito la coraza para armarme de prudencia.  Sin pensar en la segunda parte con la que colorearás el tapiz deshilachado que intuyes en mi vida.  Y prometo que algún día dejaré de ocultarme tras las letras de una carta perdida entre tus folios para mirarte a los ojos y pensar en lo que siento. Dejaré de ir de vuelta y media por la vida tratando de desconcertarte mientras reprimo un abrazo en la cama.
Imitaré tus trasparencia, infundiéndome valor  para aniquilar a esa  niña asustada que finge ser madura para su edad, y me dejaré ser,  para existir, si me dejas, contigo.

sábado, 6 de octubre de 2012

domingo, 30 de septiembre de 2012

La osadía del miedo


He tenido el infierno a mi lado
y su suspiro de hielos aún gotea en la bañera.
La he ido llenando de sal para que todos creyeran
que era de lágrimas.
Y he dejado reposar la mentira como si fuese un naufragio,
como un dolor que al menos yo podría controlar.
No es casual que el triste de una mirada
reluzca como el olvido
y es absurdo intentar justificar el deseo
en recaídas.
Todos, siempre, tenemos más miedo de los daños
que ilusión por la vida.
Y lo entiendo.
Pero he limpiado la ceniza
y he abierto las ventanas y cerrado el sumidero
y he comprado bombillas, libros, hachís
y cerveza.
Y he añadido nuevas canciones al playlist.
Verme a mí mismo sonreír
como una puta revolución, pero por dentro,
y a mi lado el deseo y su ramo de dudas entre los gusanos
por si los muertos no asustan.
no sé si me entiendes, pero yo sí.
A veces me cuesta tanto explicarme.
Y ahora parecemos incómodos en nuestras canoas,
como si se nos mojaran los pies
o no quisiéramos seguir remando.
Como si quisiéramos estirar un poco las piernas.
He tenido que separar sentimientos, diferenciarlos,
darles una estructura, concederles el derecho a réplica
y dictar una sentencia con fórmula de pregunta,
de callejón sin salida,
de gol sin red.
Es decir: he tenido que enhebrar el desorden
en que sobrevivo
juzgando a cada miedo por su osadía.
Y sonrío, al fin
sonrío.
Tranquilo como un charco que ya nadie pisa
y todos bordean.
Pero hirviendo por dentro, como si pudiera evaporarme
con solo escribirlo.
Me voy a desnudar y a meterme en la cama.
La puerta está cerrada, pero dejo la ventana abierta.
Solo tú podrías entrar.
Hay cerveza en la nevera, hachís encima de la mesilla
y poesías por todas partes.
Tespero soñando.
No me despiertes si no es para follarme.
Un beso.
O mejor varios.

jueves, 23 de agosto de 2012

Arraigados a la tierra


“Y nos quedamos con el mar, con el océano azul que te envuelve en su nube de canela y hierbabuena, arraigados a la tierra en el centro del huracán de nuestras propias vidas”.

El proceso de deshumanización del primer mundo fue una cosa sencilla, como una concatenación de causas-efecto, la imagen del león hambriento y las barrigas hinchadas de los niños en desierto del Sahara. Una vacuna de sucesiones fotográficas contra el dolor ajeno bajo el filtro de la caja tonta, en primera o tercera persona. Todo comenzó con la gacela moribunda y débil, la historia de la cadena alimenticia, los fuertes luchando por su pedazo de carne  entre las áridas tierras de la sabana.  después sobrevino la muerte del débil   de acorde con las leyes del ciclo de la vida que nos incitan  a conformarnos con ese bucle de analogías incorrectas. Creer que al atribuirnos la medalla de la superación forjada con el oro de  la sangre de los otros estamos alterando a nuestro antojo el orden natural de las cosas que creímos aprender.

 ¿Cuáles son los elementos intrínsecamente humanos?
 Demos entonces con crédula inocencia, un paseo hasta la mente Scheler y las brillantes conclusiones de los neurobiólogos más expertos,  y entonces nos habremos desviado una vez más de la cuestión que nos atañe, Porque señores, el ser humano se ha perdido a sí mismo entre teorías absolutistas y el relativismo cultural, se pierde en términos más grandes que él y buscando vida en otros planetas, una vida, que posiblemente, resulte más fascinante si nos atrevemos a enfrentarnos a la miseria del vecino.
Nos pierde la soberbia ante el descubrimiento de un alienígena de siete patas, y andamos entretenidos buscando en el cielo aquello que deberíamos contemplar en el espejo del mar adoquinado de especies en peligro de extinción.
 Nos pierde la soberbia al creernos especiales e irremplazables.
Hemos dejado de ser conmovidos mientras luchábamos por conmover.
Hemos dejado de llorar, de empuñar armas y de cegarnos ante la más efímera de las pasiones.
 Nos hemos olvidado de peguntar y de sentir.  Hemos  cercenado la humanidad, el espíritu, y con él, poco a poco, irán cayendo la imaginación, la ideación y las artes.

 Nietzsche se equivocaba.
 Es el hombre quien ha muerto, y con él ha arrastrado a Dios a la tumba.

lunes, 11 de junio de 2012

Castillos en el aire.

Ahora y al punto, casi nunca te imagino y cuando lo hago jamás te hago viniendo de vuelta. De vuelta es cuando por muy poco me atrevo a mirar hacia atrás. Y cómo no iba a suceder si la inocencia no entendía de desaires, quedaban mundos por corromper, y lo único que supimos fingir fueron las dudas.
Dos de febrero, cuatro quizá, quién sabe donde se guarda el tiempo en un recuerdo, a dos de febrero o cuatro quizá, construimos juntos un castillo de nubes y teclas, lo que hoy hubiese sido un disparate entonces lo creí, y creí tanto y tan bien que se hizo real y me mudé a aquel castillo en el aire.
"Hagamosle unos cimientos fuertes". Y me lo volví a creer, y resultaron tan fuertes que aún hoy, despistada miro al suelo y veo el hueco de hormigón que los forman.
 Nunca hubo dolor, ni miedo, ni rabia, porque sé que en tu mano sigue parte de la llave que me desnuda, y a pesar de que nunca me dibujaste alas para cambiar la historia, yo volvería a ser una niña en tus manos. Dejaría que me contases por enésima vez como es cruzar media europa para pintar una playa en mi ombligo, que yo sabía sin saber porque me armé de valor para mirar las dos caras de la luna.
 No naufragaremos en una isla desierta, corazón.
 Desde que me hice adulta olvidé todo lo que aprendí sobre arquitectura coincidiendo curiosamente con la desparición de mis faltas de ortografía, ahora las tildes están en el lugar que les corresponde y por ende, también los castillos. Así tu lugar en el mundo seguirá siendo tan impreciso como el mío pero con diferencias tangibles: he perdido el número, la pista y mi despiste, las ganas de los besos que no me has dado, y los planos de un palacio indestrucctible que nunca se construyó. Inamovible por todas esas veces que hemos viajado hasta allí sin dar un solo paso, y ahora resulta tan difícil obviar lo que pudo haber sido que sin quererlo me encierro en la torre más alta y por más que carezca de sentido no veo la hora en que se abra la puerta.
 No, definitivamente, no naufragaremos en una isla desierta, aunque de una forma u otra terminemos embaucados, buscando a tientas, nuestros cuerpos sobre la arena.
 09-07-2011

miércoles, 28 de marzo de 2012

A través de tí

“Y dirás con razón, corazón, que qué pintas tú en todo esto, que poco tienes que ver con esta vida marcada por encuentros imposibles, vacía de despedidas y sellada con los Porqués y los Cuándos cuando estos, son solo aquello de las flores pasadas de primaveras.”

Ci vediamo, piccolo.
Y gracias por venir, lo lento de la sonrisa, y por la obviedad de tu nombre, que se me aparece reflejado con melancólico tono acusador y me cuenta, despacio y al oído, que un poco más lejos de mi frontera aún quedan cosas por sentir.
Gracias por no estar aquí cuando me vaya, una suerte que te marches y en tu marcha, no sea yo la que se manche con lo que hubiese podido ser si yo no estuviese pasada de rosca y corta de desilusión.
Y es quizás cuando me miras que ves sin saber , ese juego de mis luces y mis sombras salpicados del color de tus cosquillas y lo ebrio del vino mientras se prevé algo especial.
Entonces sonríes y no sé como lo has hecho, con otro idioma, mis mil barreras y mis sueños de despedidas, pero sin embargo, aunque mis labios sepan a alcohol y a aire viciado por la realidad, me ahogo en tu transparencia y de una vez por todas casi sin querer me veo a través de tí.
Y ya no es que me encante siendo una encantadora de serpientes, ni filósofa de pacotilla, ni el perro verde de una manada de ovejas negras. Nada sabías tú de todo aquello, pero luego yo, reflejada en el brillo de tus ojos (Plus bleu que le bleu de tes yeux) espontánea y tan a veces callada, con tu sonrisa en la mía, porque no solo me has visto sin decirte nada sino que además, me has enseñado, lo que se puede llegar a ver.

Ci vediamo, piccolo.

sábado, 10 de marzo de 2012

Place du Vêdome.

El caso es que puede ser que me la resbale.
Aquella tarde, cuando el fuego, se veía desde la plaza de Notre Damme como el humo iba ascendiendo a la altura del Louvre, y mientras la gente miraba a lo lejos, en aquella dirección, alguien comentó algo sobre las joyerías colindantes a la Place du Vendôme.
Yo hubiese apostado por una posible tormenta si no fuese por que el olor a cenizas, discordia y pánico colectivo empapaba el ambiente con eso del contagio y la empatía.
Dije que estuve allí, pero realmente no estaba, es decir, sabía lo del humo, pero no era capaz de verlo.
Más tarde pensé que quizás un neo-cesar con aires de pirómano, había acabado tan hasta las narices del pasotismo ilustrado y de los valores tan teóricos y poco prácticos del existencialismo, que había terminado por derramar una tonelada de gasolina sobre el Ritz para enviar al traste toda suerte burguesía consumista.
Pero no – Siempre tan mediocre la realidad- el caso venía dado por no-se-qué escape en el motor de un coche aparcado en un parking de tres al cuarto en los alrededores de la plaza. Nada grave más allá de las tropecientas sirenas y los quince millones de coches de policías.
De la misma forma que dije que estuve, ahora me tengo que retractar, puede ser que estuviesen las huellas de mis zapatos o alguna pintada distraída con mi nombre en uno de esos bancos de madera pero lo cierto es que en aquel momento era incapaz de ver nada. Y si no veía nada era porque yo, ya llevaba el incendio dentro.
Como tantas otras veces, pero nunca de la misma forma, ardía con sumo gusto mirando los rosetones de las iglesias y barajando las mismas hipótesis una, y otra, y otra vez.
“No dejes que no me importe” me repetía mientras el Parking de la plaza. Dame diez minutos que pueda arreglar el mundo desde mi rincón de la cama y entonces…
Entonces mi incendio será nuestro y podremos ver que sucede cuando se renace de entre los rescoldos.
Dame solo diez minutos.
No dejes que no me importe,
y déjame ver qué pasa.

jueves, 8 de marzo de 2012

Sobre definiciones

Según la R.A.E:
Sentimiento: Estado afectivo del ánimo producido por causas que lo impresionan vivamente.


Me aferro constante a las definiciones
embaucada en la seguridad de un análisis certero,
Y me anclo al límite del mundo,
A creer en la lógica conclusa,
que me da las buenas noches
al pensar en todas las hipótesis que desconozco.
Concreción que me amenaza en el castillo sin sueño
que es la cárcel,
de promesas por cumplir.

Y quizás, todavía,
escondido entre las letras,
lunático y poderoso,
flote a ratos, gritando en sueños,
entre amenazas y huidas,
Que le salves, que no se hunda:
el sentimiento.

sábado, 3 de marzo de 2012

Si me vieses ahora.

Si pudieses verme, si me vieses ahora, ¿Qué dirías?
Si ese sí, ya dejase a un lado su condición de condicional y yo no me hubiese saltado tus condiciones caprichosas de un mal rato llevado a menos, en esa caja de Pandora que siempre fue tu madurez, tan extraña como femenina.
Dirías que llevo un jersey demasiado grande y que finjo todo eso de la ensoñación y las nubes de colores.
Pensarás que mis amigos son raros, que de dónde saqué un lugar para otro alguien de los de verdad , y sobre todo yo, porque yo nunca.
Pasearías cerca de mí, con esas pinceladas de entre almohada, perspicacia y tu toque casi imperceptible de histrionismo. Quizás me dieses la mano.
Y claro, por qué tan lejos, en ese centro del huracán de mi propia Patagonia, buscándome nuevas manías y deshaciéndome de mis marañas para rencontrarme en ese otro que es a la vez tan de dentro y de tan fuera. Verás que son demasiadas las respuestas para unos vaqueros tan desgastados, pero qué le vamos a hacer, si solo me hace responderte a ti, a ti que ya no sabes preguntar y no piensas que quizás un día de estos, de tantos, entre mis tan lejos,cumpla los 23, deje de ser aquello que te dí a conocer y se me ocurra preguntarme qué sería de esa niña que se me quedó en los 16 y luego, llegó con los 20 explosivos, llena de sabiduría y desengaño.
Preguntarás, seguro que preguntarás, que porqué no me he puesto antes a recordarte, pensándote entre las baldosas de un tango tardío y buscando te quieros en las luces de neón tras las esquinas.
Y si no me ha dado antes por imaginarte es por que me he vuelto loca buscando entre mis soledades nuevas canciones, nuevos acordes de otoño para dejar atrás la vorágine de ese invierno tan raro que vivimos en medio de nuestros desencuentros. “ Me estoy buscando un poco" te diré , para poder desencontrarme más adelante, nada de centros que puedan cercarme, para luego encontrar ese espacio que me ancle un poco a la tierra y volar más alto aún si cabe.
Por eso no te he pensado a pesar de mis preguntas.
¿Dónde has escondido tus cuentos? ¿Entre qué líneas se han perdido tus frases para que no pueda verte ni en las pocas veces que vuelvo a tener 14 años a tu lado?
Lo cierto es que ya no quiero buscarte, aunque me gustaría saber, y caminar contigo de vez en cuando para que me cuentes que sería lo que ves cuando me miras si me mirases ahora.

jueves, 9 de febrero de 2012

Toujours, encore.

Aujourd'hui il n'a pas de limites et de frontières.
Aujourd'hui, par fin, c'est encore un jour dans le calendrier. Seulement un jour, encore. Heureusement, encore un jour dans lequel tu, tu n'es pas déjà.
Tu c'est d'autre chose, l'autre côté qui est été, ma chemise usée du mon mauvais fortune et une petite fille qui pleure sous le lit .
Qui n'a pas de relation avec Paris, qui se réveille par le matin et attend l'arrivée de la nuit avec le sourire dans les lèvres.


No me gusta esperar, ni por la sonrisa – la otra, la de verdad- de mis noches en vela o esa locura contenida, manifiestamente en los vasos de vino bajo el Sena.
Y del Sena a tu boca, y tú.
Tú, y ¿Ahora qué? Ahora qué, sí serás tú de una vez por todas de este lado sin el quiero y no puedo.
Sin el contigo pero no sin ti. Obtusa esta maldita dulzura que empalaga de el tiempo que me corre por las venas entre las noches embrigadas con el sonido tu voz.
Y me dan ganas de esconderme para no verte y de salir corriendo y dejar atrás mi transparencia sabiendo que no.
Que el ahora dará más miedo que nunca, cuando no sea luego.
Quizás no lo sepa, pero lo sé y desde luego que lo supe. No quiero frente a mí la eternidad ni ese ahora que vendrá más tarde entre las luces de un nuevo septiembre que se adelanta a los acontecimientos y el hasta siempre de mentira, y las odiosas comparaciones febriles, el whiskey barato entre las sábanas sucias de tu ausencia calando hasta lo más hondo de mi finita paciencia que baila entre miedos y anhelos…



…Mais le plus important, c'est que tu as cessé d'être, et toujours il y aura des févriers,cette fois, de ce côté, heureusement sans toi.
Mais avec toi.

viernes, 20 de enero de 2012

Atisbo

Siempre la recalcitrante y desoptimizadora segunda parte, siempre esa otra parte que nos corrige una primera ideal y defectuosa, ese último trozo que faltaba y modifica todo el tapiz, anulando lo anterior, deconstruyendo y creando un nuevo marco, más real y más punzante.
Agudo. Me aferro a esas segundas partes que nunca fueron buenas, la frente alta, mirada hacia delante, para que lo de atrás, eso de tan atrás no me acune y me engatuse con las nubes de los sueños que no volverán a darse.
De un desgarro de la inconsciencia, aquello que casi pero no, un atisbo de la primera parte:

“Te descubro despacio, te miro de frente y absorto, de una vez por todas: tú.
Tan tú, tan ese detrás de ti que me absorbe, me hace caer en el error desheredándome en un espasmo de media luna y media noche.
Entonces, en ese descubrimiento no hay tiempo, ni espacio, ni sueño, y frente a mí, por fin y solo un instante: la eternidad.
Tú, y no hay hojas en blanco en esta noche tan rara, tan cerca, tan tejiendo mis contradicciones, mis desvelos y mis lugares comunes en ese pentagrama de ti como punto de referencia.
La sombra en los labios y sin embargo las cartas por jugar, unos ojos de ninguna parte, de todos lados, de todos y cada uno de mis sin-embargos, en esas las sombras, de tan lejos tus labios”.

martes, 10 de enero de 2012

Cap 73

Se puede elegir la tura, la invención, es decir el tornillo o el auto de juguete.
Es así como París nos destruye despacio, deliciosamente, triturándonos entre flores viejas y manteles de papel con manchas de vino, con su fuego sin color que corre al anochecer saliendo de los portales carcomidos.
Nos arde un fuego inventado, una incandescente tura, un artilugio de la raza, una ciudad que es el gran tornillo, la horrible aguja con su ojo nocturno por donde corre el hilo del Sena, máquina de torturas como puntillas. Agonía en una jaula atestada de golondrinas enfurecidas.
Ardemos en nuestra obra, fabuloso honor mortal, alto desafío el del fénix. Nadie nos librará del fuego sordo, del fuego sin color que corre al anochecer por la rue de la Huchette.
Incurables, perfectamente incurables, elegimos por tura al gran Tornillo, nos inclinamos sobre él, entramos en él, volvemos a inventarlo cada día, a cada mancha de vino en el mantel, a cada beso del moho en las madrugadas. (...)
Inventamos nuestro incendio, ardemos de dentro a afuera, quizá esto sea la elección...

Rayuela.

miércoles, 4 de enero de 2012

Serre moi

Embrasse moi dessus bord
Viens mon ange, retracer le ciel
J’irai crucifier ton corps,
Pourrais-je depunaiser tes ailes ?
Embrasser, te mordre en même temps
Enfoncer mes ongles dans ton dos brulant
Te supplier de me revenir et tout faire
ô tout pour te voir partir et viens!
Emmene moi là bas
Donne moi la main
Que je ne la prenne pas
Ecorche mes ailes
Envole moi
Et laisse toi tranquille a la fois
Mille fois entrelassons nous
Et lassons nous meme en dessous
Serre moi encore serre moi
Jusqu’a etouffer de toil.
(...)
Je ne donne pas long feu
A nos tragédies, à nos adieux
Reviens moi, reviens moi
Tu partira mieux comme ça.

Tryo.