sábado, 28 de agosto de 2010

Malabarista.

A.
A veces.
A veces te.
A veces te extraño.
A veces te extrano tanto.
A veces te extraño tanto que.
A veces te extraño tanto que me.
A veces te extraño tanto que me cuesta.
A veces te extraño tanto que me cuesta respirar.
(Otras no)

Así entre paréntesis te prometo que nunca me gustó la prosa fácil, pero qué le voy a hacer si cuando pienso en tí, me sale solo. No sé pensar en tí y hacerlo difícil.
Y ahora no sé si lo que extraño es lo individual o la idea universal colectiva y como nadie consiguió mantenerme durante tanto, anclada al sentimiento universal solo me quedáis tú y tu felicidad, de la que a veces dudo y me entristezco y en la que a veces confío tanto que, egoista, me entristezco un poco más.
Otras veces no hay duda posible, es tu abrazo, tu voz pausada, tu letanía, la que me conmueve y me equilibra mientras yo, malabarista, cuerda floja y otra vez eco sordo y letras torcidas.
Oscilo y recuerdo, lo que soy, donde estoy, y porque. Acaba la angustia pero me quedan las ganas de ser, y ser contigo. Miedo a ser contigo y no ser.
A sabiendas que de ser contigo nunca sería.

martes, 24 de agosto de 2010

Lo inusitado del optimismo

Siempre lo supiste, nada tenía que ver con la reminiscencia:
El mundo te pertenecía.
Al nacer ya rasgabas el círculo de un destino implacable.
Te abriste paso como se expanden los rayos de sol ante el otoño reiterativo,cargado de melancolía.
Vomitaste añoranza, sonrisas y desencanto para encontrar metáforas en libros descosidos, y anquilosados.
La orma de tus zapatos no es otra que el largo camino que algunos han recorrido solo para llegar hasta tí.
Bien podrá sonreir o no, la suerte, sin más efecto que el de una brisa efímera que juró ser huracán, porque si se confunden, si se superponen lo fines, nada quedará del círculo que alguna vez rompiste, se desvanecerá la diferencia marcada en la bruma de Octubre así como la llama de todos aquellos que te iluminan.
Nada quedará cuando te encuentres perdido en laberintos mundanos fundados en la falsa esperanza de una estabilidad ilícita, que no es más que conformismo ante toda declaración de impotencia emocional e intelectual.

Con los ojos cerrados cambiaría la condescendencia de la ignorancia por el peso del conocimiento, la seguridad del amor por el miedo del enamorado, la felicidad por el saber, por esas, todas las palabras que no se han escrito.

domingo, 22 de agosto de 2010

Analogía del color

He conocido el neutro celeste,la enajenación del amarillo,
Me he desquiciado con el turquesa en plena lluvia de azules matemáticos.
Vibré con el rojo, un gemido en los lábios, mientras me bailaba entre las yemas de los dedos el lápiz de cualquier anatomía.
Te coloreo con ceras de las gruesas y definitivamente sé que te pega el verde, no por el pelo ni mucho menos por la esperanza, es por que el verde es un color muy así, o encaja o no encaja.
Y da igual que no te guste, yo te pinto de verde como me pinto de gris y de naranja, porque no todo van a ser nubes.
Te pinto de verde por el metódico uso del desencuentro, por la fragilidad de las novedades que se deslizan con la rapidez del viento hasta la rutina, hasta el hastío de la más vulgar letanía.
Y te pinto de verde como el rojo de los daltónicos, que es y nunca será, que mirará por encima del hombro sabiendose reconocido solo por unos pocos sonreidos por la genética.

Camufla bien los colores o muestralos con desenfado, que siempre cabe la posibilidad de que te acusen de azul los ojos cualquier miope limítrofe, que pueda juntar más de tres palabras, mostrando así la cualidad irrefutable de la mejor dialectica: lo que se pinta de azul, azul se queda.

domingo, 8 de agosto de 2010

El deshielo del Ártico

Cuando me fijo, lo que la mano sostiene es más un ladrillo rojizo que una piedra con clase, decido que dado el fin, el medio me importa un carajo.
Lo lanzo contra el espejo, que no es espejo sino una superficie grisácea de mar edulcorado y mugriento salpicado de pasta de dientes.
La puntería es solo cosa de sueños y aquí, ahora, el centro queda tan lejos como cuando el mediterraneo era azul y con suerte me da para alcanzar diez centímetros dentro del borde.

(Todo, absolutamente todo, es un doble o triple sentido)

Cadenciosamente una grieta cobra vida y astillas color cristal metalizado vuelan en todas direciones en oleadas de vanidad sin alcanzar a rozar siquiera el indiferente disfráz de disfrazada indiferencia que de tan extravagante no sabe ser otra cosa que vulgar.
El ladrillo que quiso ser piedra cae al suelo y se mimetiza con las valdosas del portal.
Cruce de piernas, vidrio por doquier y fin del espectáculo.
Un teléfono que no suena y el arrojo-casualidad de pretender siete años de mala suerte.