martes, 10 de enero de 2012

Cap 73

Se puede elegir la tura, la invención, es decir el tornillo o el auto de juguete.
Es así como París nos destruye despacio, deliciosamente, triturándonos entre flores viejas y manteles de papel con manchas de vino, con su fuego sin color que corre al anochecer saliendo de los portales carcomidos.
Nos arde un fuego inventado, una incandescente tura, un artilugio de la raza, una ciudad que es el gran tornillo, la horrible aguja con su ojo nocturno por donde corre el hilo del Sena, máquina de torturas como puntillas. Agonía en una jaula atestada de golondrinas enfurecidas.
Ardemos en nuestra obra, fabuloso honor mortal, alto desafío el del fénix. Nadie nos librará del fuego sordo, del fuego sin color que corre al anochecer por la rue de la Huchette.
Incurables, perfectamente incurables, elegimos por tura al gran Tornillo, nos inclinamos sobre él, entramos en él, volvemos a inventarlo cada día, a cada mancha de vino en el mantel, a cada beso del moho en las madrugadas. (...)
Inventamos nuestro incendio, ardemos de dentro a afuera, quizá esto sea la elección...

Rayuela.

1 comentario:

  1. Rayuela debe ser uno de tus libros de cabecera, porque no es la primera vez que leo un fragmento suyo gracias a ti, y qué decir… es muy propicio. Me ha encantado, y creo que ya va siendo hora de que también lo lea. Un beso enorme, mi dulce dama parisina :)

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