viernes, 8 de febrero de 2013


 Esa sensación de vacío al levantarme de la cama.
A borbotones de despertar, me tiñe la cara de lágrimas nuevas.
He vuelto a tener pesadillas con Nadie.
Su enorme ojo a traspasado mi frontera.
Y rebota en los rincones de mi cerebro
jugando a un tenis siniestro con mis sueños.


Me echo de menos. Me echo tanto de menos que quiero buscarme detrás de cada esquina de la casa.
 En cada lugar por el que solía encontrarme tomando un café o bebiendo hasta reir desbocada.
Extraño cada parte de esa chiquilla alegre y sonriente que buscaba libros con sus amigos en las tiendas de segunda mano.
Que se reía con sus alumnos y disfrutaba del sol con Carlos en la terraza de la facultad luchando codo a codo  por arrelgar el mundo y su desencanto. Le gustaba el sonido de la guitarra lejana. Siempre quería un trozo de chocolate.
Hacía locuras, se pasaba la noche leyendo y cuando despuntaba el alba se enfadaba consigo misma porque tenía tanto que estudiar...
Tampoco estudio ahora con esas ganas de saber que van detrás de la mano de la filosofía. Ni salgo a correr por las mañanas en un desesperado intento de comerme el mundo después de la ducha.
Al carajo el mundo. A mi me da igual.
Anhelo del desparpajo irónico tras mis paseos con Isa.

Ahora soy pelirroja.
 Muy bien, Pero ¿Dónde estoy?
Tengo que volver, Gemma me echa de menos, está preocupada y ya no sabe que hacer para arrancarme una sonrisa. y quiero llamar a Saray.
 Tengo que volver.

1 comentario:

  1. Llámame princesa, llámame y te guardo un cafe, un rato, y unas pocas de esas ironias que aún (creo) me quedan.

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