jueves, 28 de enero de 2010

Tirolina de estrella fugaz.

- ¿Siempre escribes sólo para tí, verdad?
- Lo cierto es que casi siempre. - contestó, pensando que ciertamente, sólo por una vez, quizá mereciese la pena escribir algo para alguien que no fuese ella misma.


"Me pediste entre susurros que te dijese algo bonito, y yo que tengo palabras para todo, que la filosofía se me queda corta, y la lógica está anclada en mi corazón, no supe que contestar.
Me trato de retractar,( Véase el texto anterior) porque ante todo te quiero hacer feliz.
¿Qué te digo que sea mas bonito que mis noches contigo?
Dibujo una cruz con mi índice en tu espalda, y la cubro con besos , jugueteo distraida con mi mi lengua.
La cruz, mi lengua y tu espalda.

Te quiero como se quiere a las estrellas fugaces.
Segundos de luz que forman parte de del cielo, reflectan e iluminan durante sólo un instante, pero arrancan sonrisas al mas escéptico y alumbran comentarios infantiles en cualquier adulto refinado.
Te sientes tan especial cuando vislumbras ese padazito de luz que acaba siendo secundario el momento de la desaparición del hecho en sí. (Inherente sufrimiento al ser humano)
Firmamento enagenado, que se apaga y acaba preso de una oscuridad que priori no se percive, salvo cuando te ilumina dicha estrella.

Giramos sonriendo como enanos en la rueda de aquel parque, nos columpiamos oscilando hacia el infinito y nos dejamos llevar por la tirolina sin usar los pies para frenar.
Caminamos a tres metros sobre el cielo, Un cielo color aceituna.

¿Sabes?
Si explota la burbuja siempre podremos decir que pasamos una semana contemplando estrellas fugaces..."

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