domingo, 18 de abril de 2010

Capotes y Domingos

Se viste color amarillo terrizo la sensibilidad ajena, allí donde los rostros embelesados se desgastan con la erosión propia de esa maga, la rutina, que hornea caras con sabor a incompletud y desesperanza.
Amarillos también los ojos del luchador, traje de luces y farolillos reclamando una atención inmerecida, despistando videntes con porte de falso gladiador que se sabe vencedor de la contienda antes del comienzo de la misma porque un conjunto de emociones disonantes -poder,sufrimiento e indulto- le insta a obnubilarse con el rojo crepuscular compendio propio de las drogas el miedo y la hiel que anidad en las entrañas del imputado, condenado ya para siempre en el simbolismo característico de figuritas toledanas y emblema - Negro,azabache,negro- de pais decadente ahogado su propia miseria de capotes y domingos.
Aburrido el pueblo reclama estocadas y banderillas.
Contundente, lacerante el acero que penetra, llamando sangre a la sangre, desgarrando, piel arterias y músculos que se tensan ante la amenaza de saberse envestidos y próximamente aniquilados.
Una vez cae al suelo abatido por pinceladas polvorientas de arena amarilla que como sal se incrusta en lacrimales ciegos de ira e impotencia, redoblan tambores y resuenan las trompetas con sabor a victoria y virtud españolas.
Y entoces, solo entonces, cae la losa del silencio en favor de la espera de un nuevo espectáculo.

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