martes, 11 de mayo de 2010

Prima-Vera

Abres los ojos.
máxima nº II: no volverás a consumir alcohol en cantidades industriales.
A veces, las elocociones por decir resultan tan prescindibles que, ni bajo la concreción más absoluta, podrían salvarse del desinterés.
Inventaba frases de un cuento despistado, cansada del eterno letargo que arropa a las buenas historias que muy pocos se atreven a leer.
Y así como en un sueño sin prisas construí castillos de arena embalsamada en ladrillos de cosmogonias decadentes.
Para cuando percibí el pertinaz sonido de la lluvia de media tarde, mi montaña de un grano de arena se deshizo entre las razones que inevitablemente van unidas a las primeras aguas de Mayo, así como a toda resaca memorable, que no recuerda pero sabe, como solo saben saber las intuiciones.
En el ámbito de lo cognoscible hay lagunas del tamaño de Júpiter que se mimetizan a la perfección con el escepticismo
La simetría no existe es esa mentira que se aloja en los cubitos de hielo de los mejores vasos de ron, que va desencajando la percepción y da la vuelta a la tortilla haciéndote creer que quizás con Coca-Cola todo sería mucho más fácil me tragar.
Y tragarmelo me lo tragué, atontada como estaba.
Asi cuando desperté, solo quedaban recuerdos entre las nauseas y el dolor de cabeza.
Y un barco, rumbo Júpiter.
Palabras más, palabras menos.

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