miércoles, 15 de septiembre de 2010

Las letras que se dan entre folios blancos.

Hablemos de líneas y de letras; de momentos amargos, enfáticos o fingidos que ascienden y descienden en folios blancos, curvas desenfrenadas y tildes que no se escriben.
De títulos que nunca serán títulos porque andarán surcando los laberintos pragmáticos de las más mundanas mentes encendidas de contrariedad.
Hablemos de esa anti-literatura que se da en cuadernos que no tienen ni líneas ni cuadros.
La estética que para mí no supo ser más que caos de lunáticas florituras, caos malversado que se enreversa en versos que nunca riman, al fin y al cabo.
Marcas de hojas dobladas y códigos morse escritos a lápiz que ningún erudito se atrevería a accionar,eterno ese miedo a lo profano, mientras mancha sus productivas manos de carboncillo.
Demosle la bienvenida las páginas plagadas de cuadrículas ficticias y estandarizadas pero seguras, siendo la seguridad la moneda de cambio para la felicidad que se vende en esos libros tan estéticos que sí se compran, que para altruismo ya están las frases quinceañeras de cualquier baño público que nos culturizan a todos con la mejor poesía becqueriana.
mientras, mira al cielo o en su defecto, al techo blanco plagado de mugre que te cubre y respira sin olvidarte de inspirar.
Despacito y buena letra.

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